El Ingreso Mínimo Vital (IMV) ya es una realidad en nuestro país. “Un paso histórico en nuestra reciente democracia para que nadie se quede atrás”.tal y como ha definido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El IMV pretende proteger a 4 de cada 5 personas en situación de pobreza severa en España, situación que se estima afectará a unos 550.000 hogares, de un total de 850.000 a los que se estima llegar.
Para conseguirlo se ha buscado un diseño innovador basado en un modelo de gobernanza compartida: no es un beneficio al uso, sino un conjunto de políticas articuladas en torno a un beneficio para conseguir una inclusión efectiva, centrándose muy bien en los colectivos a los que se dirige. atendidos, con itinerarios de inserción y valoración completa de rentas y patrimonio.
En España, la tasa de pobreza alta es del 15,7% antes de transferencias públicas, según datos de Eurostat de 2018, una de las más altas de nuestro entorno, solo por detrás de Reino Unido.
Pero otro problema que pretende abordar el Ingreso Mínimo Vital son las carencias redistributivas de las prestaciones existentes. La elevada tasa de pobreza tras las ayudas públicas se mantiene en el 9%, solo por detrás de Italia si miramos a los países de nuestro entorno.
La alta tasa de pobreza se fija para las personas con ingresos inferiores al 40% de la media nacional, lo que en España se traduce en menos de 5.900 euros al año.
Ese riesgo se mide a través de la tasa AROPE (At Risk Of Poverty or Social Exclusion) que se creó en 2010 para medir la pobreza relativa en Europa ampliando el concepto de tasa de riesgo de pobreza, que solo considera los ingresos, teniendo en cuenta criterios de cuenta como el material escaso o baja intensidad de empleo para el cálculo.
Esta carencia material se refleja muy claramente en la Encuesta de Condiciones de Vida que publica el Instituto Nacional de Estadística y que arroja datos como que el 10,4% de los hogares españoles experimentan «mucha dificultad» para llegar a final de mes, el 36,0% de los los hogares no tenían capacidad para cubrir gastos imprevistos y el 34,2% no podía permitirse irse de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año.
Siguiendo los criterios de Eurostat, la umbral de riesgo de pobreza se fija en el 60% de la renta mediana por unidad de consumo de las personas. Por lo tanto, aumenta o disminuye según lo hace el ingreso medio. A medida que crece el ingreso per cápita, también lo hace el riesgo de pobreza.
En 2018 (fecha de la última Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el INE), el umbral de riesgo de pobreza de los hogares de una persona se situó en 8.871 euros, un 4,1% más que la estimación en el año anterior. En los hogares formados por dos adultos y dos menores de 14 años, este umbral era de 18.629 euros.
En 2018 (teniendo en cuenta los ingresos de 2017), el porcentaje de población por debajo del umbral de riesgo de pobreza fue del 21,5% de la población residente en España, frente al 21,6% del año anterior.
Recomendaciones de Bruselas

El IMV responde a estas recomendaciones y nos acercará a todos los países de nuestro entorno que cuentan con este tipo de programas. En este enlace te contamos cómo funcionan algunos de ellos.